Este espasmo de conciencia que transita mis noches se disipa entre la hierba que crece en el desierto. Los cascos endebles ya me estorban, y es el nido al que resguardo el que no acepta ya inquilinos. ¿Hay que caminar? Sí, pero a paso lento, suelto, y odiando tanto compañía como soledad.
-Lyan R. di Bonaria-
No hay comentarios:
Publicar un comentario